Seguimos avanzando en la tarea de entender la comunicación estratégica como pilar fundamental para el desarrollo de las organizaciones, partiendo de la distinción entre la comunicación interna y la comunicación externa.
En un posteo anterior, pusimos énfasis en la importancia de la comunicación interna y sus beneficios para la empresa, estableciendo diferentes tipologías según los públicos que se comunican. Pero hoy llegó el turno de su contracara; vamos a hablar de la comunicación externa y sus características según la tipología.
¿Qué se entiende por comunicación externa?
La comunicación externa abarca todos los mensajes que la empresa envía hacia el mundo exterior. El objetivo es entablar o mejorar sus relaciones con los diversos públicos objetivos que no pertenecen a la estructura interna de la compañía: clientes, prospectos, proveedores, competencia, medios de comunicación, organismos públicos y la sociedad en general.
¿Cuáles son los tipos de comunicación externa?
En su libro “Comunicación y organización”, la especialista Annie Bartoli distingue tres tipos de comunicación externa:
- Comunicación externa operativa: es la que informa a todos los públicos los temas que tienen que ver con la actividad y desarrollo diario de la compañía. Muchas veces se la reconoce como “marketing operativo” y tiene la finalidad de obtener opiniones externas y retroalimentación.
- Comunicación externa estratégica: su objetivo es obtener información sobre aspectos estratégicos de la empresa para mejorar su posición respecto de agentes como la competencia y el mercado. Acá interviene el monitoreo de medios para entender “lo que está pasando en el mundo exterior”.
- Comunicación externa de notoriedad: es la más conocida por todos ya que hace referencia al posicionamiento de marca. En otras palabras, es la forma en que la compañía hace visibles sus productos y servicios, al mismo tiempo que posiciona su imagen y construye su reputación.
¿Por qué hay que pensar la comunicación externa?
En todas las empresas, la comunicación externa suele tener más de un objetivo: posicionamiento, incremento de ventas, influencia en el mercado, mejora de reputación, visibilidad, etc. Y en función de cada uno de ellos será el tipo de mensaje que deberemos transmitir y el público al que nos tendremos que dirigir. Por eso, el éxito o fracaso de la comunicación externa dependerá del tiempo que nos tomemos para pensarla y estructurarla.
Ya lo hemos dicho muchas veces y no nos cansaremos de repetirlo, ¡la clave está en la estrategia!